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El Laverinto Del Eclipse-Chapter 29: Capítulo 3 – Descenso a las Sombras
Chapter 29 - Capítulo 3 – Descenso a las Sombras
El aire en los niveles inferiores del laboratorio era denso, cargado de un olor a metal oxidado y humedad estancada. El grupo avanzaba en silencio, sus linternas recortando sombras danzantes en las paredes cubiertas de moho. Cada paso resonaba en el corredor subterráneo, como si el mismo edificio respirara con ellos.
Kai iba al frente, su mano firme sobre la empuñadura de su cuchillo. Lía caminaba a su lado, sujeta al rifle con un agarre tenso. Roldán guiaba al equipo con precisión, mientras Ana y Marcos revisaban los planos en una vieja tablet que aún conservaba algo de energía.
—El archivo menciona una "Zona Restringida" más adelante —susurró Ana, su voz apenas audible—. Si el Proyecto Génesis ocultaba algo valioso, debe estar allí.
—O algo peligroso —añadió Marcos en un tono sombrío.
—Sea lo que sea, debemos averiguarlo —dijo Roldán, avanzando con decisión.
Tras minutos de exploración, llegaron a una puerta de acero reforzado con signos de haber sido forzada en algún momento. La cerradura estaba destrozada, y la entrada apenas se sostenía en sus bisagras.
—Alguien estuvo aquí antes —murmuró Kai.
Lía pasó los dedos por las marcas de la puerta.
—Y no hace mucho.
Roldán intercambió miradas con los demás antes de empujar la puerta con cautela. Dentro, la habitación estaba iluminada por luces intermitentes de color rojo. Unos enormes contenedores de cristal alineaban las paredes, cubiertos de condensación y grietas. Ana se acercó a uno, limpiando la superficie con su manga.
—Dios...
Dentro del contenedor había una figura humana... o lo que alguna vez lo fue. Su piel era una red de venas oscuras que palpitaban levemente, sus ojos abiertos pero vacíos. Su boca, cosida con grapas metálicas, parecía congelada en una expresión de agonía.
—¿Qué demonios es esto? —susurró Marcos, dando un paso atrás.
—Experimentos —respondió Ana, con un hilo de voz—. Intentos fallidos de controlar la mutación del Eclipse.
Lía apretó la mandíbula.
—Entonces, ellos no eran sujetos... eran víctimas.
Kai recorrió la sala con la vista hasta encontrar un viejo terminal de computadora. A su lado, un cadáver con bata de laboratorio yacía sobre el teclado, su cráneo perforado por un disparo.
—Parece que alguien no quería que esta información saliera a la luz —dijo Kai, apartando el cuerpo con cuidado.
Ana conectó su tablet al sistema, tratando de extraer datos.
—Voy a tardar unos minutos...
Un ruido seco resonó en el pasillo, interrumpiendo su concentración.
Roldán levantó la mano, señalando a todos que guardaran silencio.
—No estamos solos.
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Marcos apagó su linterna. Kai y Lía intercambiaron miradas, sus corazones latiendo con fuerza.
Entonces, lo escucharon.
Un goteo rítmico... seguido de un arrastrar de pies.
El sonido de algo húmedo golpeando el suelo.
Lía tragó saliva, alzando su arma.
—Sea lo que sea, se está acercando.
Ana susurró con urgencia:
—¡Necesito más tiempo!
Kai hizo una seña a Roldán, y el veterano asintió.
—Nos dividimos —dijo en voz baja—. Lía y Kai, busquen otro acceso. Marcos y yo cubriremos la entrada. Ana, termina rápido.
Kai y Lía se movieron entre las sombras, recorriendo los escritorios en busca de una salida alternativa. El sonido del goteo se intensificó.
Y entonces, la puerta se abrió de golpe.
Un cuerpo deforme cayó al suelo, convulsionando violentamente. Su piel se desgarró ante sus ojos, revelando una masa de músculos tensos y venas negras. La criatura dejó escapar un alarido gutural, y sus ojos amarillentos se fijaron en ellos.
—¡Mierda! —exclamó Marcos, disparando su rifle.
El impacto hizo tambalear a la criatura, pero no la detuvo. Con un rugido, se lanzó hacia el grupo.
Kai reaccionó por instinto, tomando una vieja tubería y golpeando al infectado en la cabeza. Lía disparó dos veces, impactando su pecho, pero la criatura apenas se inmutó.
—¡No es suficiente! —gritó Lía, retrocediendo.
El infectado se abalanzó sobre ella, pero en el último segundo, Kai lo empujó con todas sus fuerzas, haciéndolo chocar contra una de las cápsulas de contención. El cristal estalló, liberando un líquido espeso y fétido.
El infectado se agitó, sus movimientos volviéndose erráticos, como si la sustancia lo afectara. Aprovechando la oportunidad, Roldán descargó una ráfaga de balas en su cabeza, derribándolo definitivamente.
Silencio.
Las luces intermitentes continuaban parpadeando, proyectando sombras inquietantes.
—¿Todos bien? —preguntó Roldán, respirando con dificultad.
Kai ayudó a Lía a levantarse.
—Sí... pero ¿qué diablos era eso?
Ana, aún temblando, mostró la pantalla de su tablet.
—Lo llamaban "El Testamento". Era uno de los primeros intentos de fusionar la mutación con tecnología genética avanzada. Pero la criatura nunca pudo ser controlada... y decidieron sellarla aquí abajo.
Lía miró el cuerpo retorcido de la criatura.
—Si ya estaba aquí, significa que alguien la liberó antes de que llegáramos.
Roldán frunció el ceño.
—Y eso solo significa una cosa: alguien más está buscando lo mismo que nosotros.
Kai se cruzó de brazos, su mente procesando la información.
—Entonces no solo peleamos contra el Eclipse... también contra quienes intentan aprovecharse de su poder.
El grupo asintió en silencio.
Ana guardó los archivos en su dispositivo.
—Tenemos que irnos. Esto es solo el principio.
Con la tensión aún colgando en el aire, el grupo abandonó la sala, conscientes de que cada paso que daban los acercaba más a un enemigo invisible.
Las sombras del laboratorio parecían cobrar vida tras ellos.